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19/12/2019
El miedo a los ruidos fuertes es algo habitual en los animales ya que es un proceso adaptativo que permite esquivar un posible peligro y, por lo tanto, sus posibilidades de supervivencia.
El problema viene cuando el miedo se generaliza y el perro empieza a responder de forma desproporcionada a ruidos cada vez de menor intensidad, entonces hablamos de fobia.
La fobia no es adaptativa y debe tratarse primero a corto plazo (tratamiento paliativo) y después a largo plaza (tratamiento curativo).
TRATAMIENTO PALIATIVO
Es el tratamiento que debemos aplicar a nuestro animal si ahora que se acercan las navidades no hemos trabajado antes el problema. Este tratamiento incluye:
- Creación de un refugio: Hay que elegir el habitáculo de la casa donde el animal se encuentre más cómodo y acondicionarlo para que pueda resguardarse en el momento de la fobia. Para acondicionarlo se puede colocar en esa habitación su cama, los juguetes, la comida y el agua. También es recomendable cerrar ventanas, bajar persianas y poner música para amortiguar los ruidos del exterior.
- Feromonas: Se comercializan en tiendas de animales y se asemejan a las que genera una perra después del parto para apaciguar a los cachorros. Estas feromonas transmiten seguridad y tranquilidad.
- Psicofármacos: Ayudan a reducir la ansiedad y el miedo. En este caso no están indicados los sedantes porque impiden el movimiento del animal pero agudizan la audición, por lo que la fobia puede empeorar.
TRATAMIENTO CURATIVO
Con vistas a largo plazo, ya que estos tratamientos requieren meses, hay que intentar solucionar el problema modificando la conducta del animal con ayuda de un etólogo, este te dará pautas de desensibilización y contracondicionamiento. Estas técnicas tratan de exponer al animal a los sonidos que le atemorizan a volúmenes tan bajos que no le produzcan ninguna respuesta de miedo mientras lo asociamos a refuerzos positivos e ir aumentando su volumen de forma progresiva muy lenta para evitar respuestas contraproducentes.
Hay que ser conscientes de que estas pautas de tratamiento nunca son sencillas y dependen de cada animal y de cada propietario, por lo que siempre deben ser guiadas por un etólogo.
PREVENCIÓN
Si tienes un cachorro entre 3 semanas y 3 meses de edad, y quieres evitar que aparezca el problema, hay que tener en cuenta que se encuentra en su periodo de sociabilización y que es el mejor momento para intentar que se sensibilice a los ruidos de forma lenta y progresiva.