La Medicina Interna es la disciplina más amplia y compleja de todas, donde se tratan los problemas en los órganos internos mediante tratamientos no quirúrgicos. Ofrece una atención integral a los pacientes con patologías orgánicas y sistémicas, es decir, las enfermedades que afectan a los órganos internos, y problemas que afectan conjuntamente a varios sistemas.
Es importante realizar la anamnesis o entrevista inicial, estudiar el historial clínico y hacer un examen físico del animal. Tras este estudio inicial, se establece un plan diagnóstico en el que se explican las posibilidades y las pruebas complementarias que se consideran necesarias, como pueden ser análisis de sangre, análisis de orina, estudios de diagnóstico por imagen (radiografías simples o de contraste, ecografías, resonancia magnética, o endoscopia).
La Medicina Interna constituye el eje central del que parten las distintas subespecialidades. Algunas de las enfermedades más comunes son las digestivas (gastroenteritis, intolerancia alimentaria…); enfermedades de vías urinarias (insuficiencia renal, cálculos y cristales…); enfermedades infecciosas multisistémicas (leishmaniosis, ehrlichiosis, ricketsiosis, leptospirosis); enfermedades hematológicas (anemias, leucocitosis y leucopenias, tromobocitopenias…)